Historia nº 1

Con Él

Con  ÉL encontré mi rincón en “El Rincón” donde las espaldas descansan del tiempo, porque en los rincones el tiempo no pasa, reposa como el polvo.

Con ÉL vi la 2 de mayo vacía.

Con  Él  soñé una siesta de cine con un gran asiento amarillo en  medio de la sala.

Con  ÉL escuché en Olavide  “Alfonsina y el mar”, mientras los niños se asomaban al ritmo de los columpios detrás de los setos.

Con Él  cosí el Manzanares en bici y grité en cada puente.

Con Él probé salmón y kakis en San Antón del mismo color que los tejados de Chueca.

Con Él presencié, en la calle Figueroa, peatones convertirse en fantasmas con el sol del oeste.

Con Él  desperté, con ÉL dormí y con ÉL tuve orgasmos perturbadores.

Con Él  disfruté  Ludovico Einaudi con una Estrella y un cigarro.

Con Él descubrí la pareja de abuelos en el metro Tribunal: él con el violín en alto, ella con sus labios fucsias aun más altos.

Con Él recogí la silla rota en la calle, hoy mi mesita de noche donde apoyo la luz.

Con ÉL corrí al anochecer y fui la primera en ver el sol en Canal.

Con Él viajé a una plaza,  inmensa aula llena de bancos desordenados sobre  hierba, donde la gran puerta de salida era la entrada a la biblioteca nacional de Nueva york.

Con ÉL caminé horas por Fuencarral cuando  me enteré que mi viejo volvía a enfermar de cáncer, y Con Él me senté en Vásquez de Mella, llena de gente, para  estar sola y en silencio.

Con ÉL imaginé las cornisas de los edificios como escondite de sombras de los globos de helio.

Con Él reconfirmé que los amigos son copias de seguridad que hacemos con cada caña y donde recurrimos cuando la vida nos obliga a formatearnos.

Con ÉL aprendí a usar mi  móvil, a hacer cortinas, a abrir una cuenta de un banco, a poner bolsas de “otros residuos” pequeñas y que “la felicidad es tomar conciencia del tiempo”.

Con Él viví sin televisión y disfrute de las estaciones.

Con Él dibujé troncos donde  escribí a mi ahijada  su carta de bienvenida a la vida.

Con Él entendí que los contrastes son las transiciones de los principiantes y que las certezas caducan cuando superan el instante.

Con ÉL fotografié  gigantes juguetes de colores chillones, periféricas grúas que se asoman por las calles estrechas.

Con Él miré a las mujeres como puertas que damos a luz, a sonido, a gusto y a muchas cosas más…

Con Él elegí la belleza como paracaídas en ésta caía libre que es el presente.

Con ÉL escuché a mi hermana decir  “sólo se aprende lo que nos pasa por el cuerpo”, y que hay cuerpos y cuerpos. “Si el libro no te gusta, coge otro”.

Con Él pensé que hay sombras que dicen más que muchos espejos, y que el hogar no es un lugar donde uno siempre vuelve, sino el lugar que nunca cambia y que se llama familia.

Con Él cayeron todos los folios de mi cara, me vi por primera vez bella y lloré.

Una tarde en Valverde nº7  ÉL partió.

“ÉL, SOLEDAD, quizás no sea mi media naranja.”

 A veces lo busco y  ÉL vuelve como una bocanada de aire fresco……

 

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