Historia nº 2

Del aeropuerto a mi ciudad

 

Sentada en la taza del water mirando los pies de los demás por debajo de la puerta.

Ahí estaba yo. Llorando y sin aire, sorbiéndome los mocos, con taquicardias y palpitaciones en el corazón y en la cabeza. Me martilleaba el dolor emocional, la angustia y ansiedad. Más palpitaciones, más mocos en oleadas incontrolables de sudor y lágrimas.

Y la gente seguía pasando y saliendo del baño del aeropuerto de Barajas.

Ahí, en ese momento, se me cayó al retrete el mito del amor. Ahí, en ese preciso instante, me dí cuenta de lo dificilísimo que es encontrar a alguien y que además funcione. Supe que ese amor lo recordaría para siempre, que las imágenes sexuales que me había proporcionado me acompañarían para el resto de mi vida. Supe, sin ningún género de dudas, que echaría de menos su pene. Ya lo echaba de menos y hacía solo dos horas que lo había dejado en otro aeropuerto, de otro país, de otro mundo: Marrakech.

Tiré de la cadena para no oír mi propio llanto y la de al lado se tiró un pedo sonoro. No me podía creer que todas esas chicas se desprendiesen con tanta facilidad de sus mierdas reconcentradas internacionales de 18 horas de viaje, y que yo siguiese ahí metida sin poder mover un músculo y sin dejar de llorar.

Después de muchos pies, idiomas extraños, olores indescriptibles que se fundían con el potente desinfectante, más mocos y más lágrimas ….., conseguí salir del baño. Salí del aeropuerto y pisé mi Madrid. Una señora se acercó al ver mi cara descompuesta y el rímel corrido y me preguntó:

-¿Estás bien?

-Ahora sí……., ¡¡¡menudo pino he plantado!!!

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