Historia nº 3

Sé que me va a dejar

Sé que me va a dejar, lo estoy viendo, lleva unos días sin mirarme a los ojos, porque esto de quedar un lunes a la salida del trabajo es raro, muy raro, joder con el 27, lo de que pasa cada 8 minutos es pura ficción, por lo menos llevo aquí doce, me encanta el abrigo de esta, pero seguro que el año que viene esto de la “capita” ya no se lleva; menos mal, por fin viene el autobús, no creo que se le ocurra dejarme viendo una exposición, al menos tendrá la decencia de hacerlo sentados y tranquilos, claro que si su intención fuera estar tranquilos, no habríamos quedado en la puerta del Reina Sofía, me cita ahí para que no rechiste, ni me ponga a llorar; pero este no me conoce, soy capaz de aguantar el chaparrón sin decir una palabra y sin que se me caiga una lágrima mientras haya gente delante, pero luego que se prepare, además qué para que quiero yo seguir con este tipo, no tenemos nada en común, y si lo tenemos cada vez es menos, qué calor! Menos mal que me bajo en dos paradas; claro que si me deja él pensará que yo sigo estando feliz con la relación y de eso nada, estoy harta que me dejen, me adelanto y le dejo yo, verás que sorpresa, bueno no, que así él queda como el abandonado y yo la malísima de la película, ¡por dios! señora no me empuje con el bolso que ya bajo, mírale, pero como puede estar sonriendo el capullo, esa sonrisa me vuelve loca, y las manos, tan delgadas y fuertes, es guapo, me encanta cuando vamos por la calle y se inclina para susurrarme al oído, tengo que reconocer que estoy enamorada, le quiero mucho, mucho, como dice mi sobrino, pero no me conviene ponerme sentimental ahora o acabaré con toda mi dignidad a la primera palabra que pronuncie, sigue sonriendo el tío, lo hace para distraerme de su verdadera intención y tengo que ser fuerte, nada de suplicar, nada de otra oportunidad.

–   Hola cariño, dijo él

–   No quiero seguir contigo, dijo ella

 

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